El busto robado en 1988 de la tumba de Jim Morrison ha sido hallado por la policía francesa, de forma casual, 37 años después.
La tumba de Jim Morrison en el cementerio Père-Lachaise de París siempre ha tenido algo especial. Allí no hay grandes esculturas ni monumentos rimbombantes. Solo una lápida discreta. Pero a los pies de esa sobriedad, el espíritu de Morrison ha seguido vivo, alimentado por las visitas constantes de fans, curiosos y amantes de la música.
En 1981, diez años después de su muerte, un artista croata llamado Mladen Mikulin decidió crear un homenaje personal: un busto con el rostro del cantante, que colocó sin permiso sobre la tumba.
“No buscaba fama ni reconocimiento. Solo rendir tributo a alguien que había marcado a toda una generación”, declararía años después Mikulin.
Durante siete años, ese busto fue parte esencial del lugar. Quien visitaba la tumba encontraba allí a Morrison, esculpido en mármol blanco, con su melena ondulada y su mirada eterna. Pero el 9 de mayo de 1988, la figura desapareció sin dejar rastro.
Las teorías fueron muchas. ¿Un coleccionista desesperado? ¿Una travesura que se salió de control? Algunos aseguraban que fue sustraído por admiradores durante la noche, otros afirmaban que había sido retirado por las autoridades para protegerlo. Nadie supo nunca con certeza qué ocurrió. Lo cierto es que la tumba, sin la escultura, quedó más vulnerable y fue víctima de pintadas, ofrendas incontroladas y hasta actos de vandalismo. El busto perdido se convirtió en una especie de reliquia invisible.
El deseo de restaurar la memoria
En 2023, Mladen Mikulin, ya anciano, decidió reconstruir la figura en bronce a partir de su molde original. Lo presentó públicamente en Zagreb y pidió a las autoridades francesas que le permitieran devolverlo a su lugar.
Aunque no obtuvo una respuesta definitiva, el gesto volvió a colocar la historia en el foco mediático. El busto desaparecido volvió a convertirse en todo un símbolo.
Y de pronto… el original reaparece
Hoy, la francesa ha confirmado lo impensable: el busto original, robado en 1988, ha sido localizado en una colección privada en las afueras de Toulouse. El hallazgo se ha producido de forma casual, tras la redada policial llevada a cabo por un caso de fraude en la capital francesa, ni siquiera relacionado con este robo producido hace 37 años.
Según fuentes oficiales, la escultura, de 128 kilos, se encuentra en buenas condiciones. No ha sido dañada y mantiene los mismos rasgos que tenía en 1988: la nariz rota y decenas de grafitis que sus fans dejaron en su momento como recuerdo.
“Es como si Jim hubiera vuelto a hablar. Como si algo se cerrara por fin”, declaró Mikulin al enterarse de la recuperación de su obra.
Este busto no es sólo un objeto artístico: es un pedazo de historia. Representa la devoción de los fans, la permanencia del mito y la eterna búsqueda de algo más allá de la muerte. El hecho de que haya sido recuperado casi cuatro décadas después de su robo, refuerza la idea de que algunas leyendas no pueden ser enterradas del todo.
La gran pregunta ahora es si las autoridades permitirán reinstalar la pieza original en Père-Lachaise. El clamor popular crece en redes sociales y medios especializados para que el busto regrese al lugar del que nunca debió salir. La tumba de Morrison, una de las más célebres y visitadas del cementerio, se encuentra permanentemente vigilada por vídeo desde aquel robo producido en 1988.
Sin embargo, no todos están de acuerdo. «No creo que sea buena idea volver a colocarlo aquí. Si ya lo robaron una vez, pueden hacerlo otra», manifestaba uno de los operarios nada más conocer la noticia.
Lo cierto es que hoy, Jim Morrison sigue siendo mucho más que una figura del rock. El lugar donde reposan sus restos se ha convertido en un punto de encuentro, un altar laico donde miles de personas siguen dejando sus flores, versos, silencios… Y ahora, con el busto recuperado, el ciclo parece cerrarse, como si la piedra, la música y el tiempo se dieran la mano una vez más.