Larga vida al disco de vinilo

disco_viniloLo primero que hacen todos mis invitados al llegar a casa, es dirigirse al espacio de honor reservado a mi preciada colección de música. Se trata de una habitación abarrotada de estanterías sobre las que descansan miles compactos, viejas cassettes y, sobre todo… discos de vinilo en sus distintos formatos. Los hay de todo tipo: rarezas transparentes o impresas en los más diversos colores, flexibles, ediciones numeradas y limitadas… o incluso algunos con curiosas terminaciones que fueron la merecida recompensa a mis largas horas invertidas en tiendas, ferias de coleccionistas y mercadillos de segunda mano.

Siempre supone una gran satisfacción para mí volver a escuchar estos recuerdos en buena compañía, «pinchando» aquellas pequeñas joyas capaces de hacernos recordar un determinado momento en la vida, una sensación o emoción que inmediatamente regresa a nuestra memoria gracias al extraño poder que la música ejerce en los sentidos. Aunque últimamente he dedicado mucho tiempo a digitalizar todo este material, especialmente por seguridad y movilidad, me encanta aprovechar cualquier oportunidad para volver a sentir el inmenso placer que supone sacar el vinilo de su carpeta, limpiarlo, colocarlo sobre el plato giradiscos y escuchar ese característico chasquido de la aguja entrando en contacto con el microsurco.

Pues sí… reconozco que me encanta coleccionar y escuchar discos a 33 ó 45 rpm, de 7» o 12», antiguos o nuevos lanzamientos editados en este formato del que muchos artistas se resisten a prescindir sabiendo la importancia que tiene esta emocionante forma de disfrutar la música.

recordstoreday

En la época del sonido digital y la tan nombrada crisis del sector, resulta curioso comprobar como el crecimiento del vinilo está reactivando considerablemente el mercado de la música. Cada vez son más las bandas que deciden apostar fuerte por el antiguo formato y presentan sus producciones a 33 rpm, influyendo directamente en la demanda y cada vez mayor interés por parte de los nostálgicos compradores. Katy Perry, David Bowie, Paul McCartney, Flaming Lips y White Stripes se encuentran entre los distintos artistas que han decidido inmortalizar sus trabajos en microsurco coincidiendo con la celebración del Record Store Day (día de las tiendas de discos) cada mes de abril. Los establecimientos independientes han sabido aprovechar esta carta a su favor en la dura competencia que suponen los servicios de venta digital y demuestran con datos que los vinilos no llegaron a morir tras la aparición del CD el 17 de agosto de 1982. Las cifras hablan por sí mismas. El año pasado, las ventas de maxi-singles y long plays en formato gramofónico aumentaron un 39% con la nada despreciable cifra de casi 4 millones de ejemplares despachados.

Son muchos los argumentos que los coleccionistas de discos ponemos sobre la mesa a la hora de defender esta apasionante afición. ¿Y tú por qué coleccionas vinilos?, suelen preguntarme aquellos que conocen mi inquietud por conseguir todo objeto circular que contenga música. Y lo cierto es que siempre respondo lo mismo. Los motivos son muy diversos y fáciles de entender por quien haya tenido el placer de «pinchar» alguno de estos «plásticos», bien sea por trabajo o por el simple gusto de disfrutarlos tranquilamente en la intimidad de su hogar.

max_music1Cada disco nos hace recordar un determinado momento en nuestra vida; y no sólo por la música grabada en él, sino también por su diseño de portada o sencillamente el logo impreso en su «galleta», como aquel entrañable rombo amarillo con las letras MAX en su interior que identificaba, sobre todo, a los mayores éxitos del italo-dance ochentero presentados en España por el desaparecido sello Max Music. Y, por supuesto, algunas carátulas ya clásicas que han pasado a la historia convertidas en auténticas obras de arte, como las de: «In the court of the Crisom King», de King Crisom; «Nevermind», de Nirvana; «Wish you were here», de Pink Floyd; «Abbey Road», de The Beatles; o «Axis: Bold as Love», de Jimmy Hendrix… por citar sólo unas pocas de las que ahora mismo están viniendo a mi cabeza.

El caso es que sonido e imagen se unen para hacernos revivir el día que compramos un determinado disco o fue escuchado al llegar a casa por primera vez; y eso es algo que no ocurre ni ocurrirá jamás con cualquier canción que descarguemos a través de los actuales canales de distribución y venta digital. Por supuesto, a esta poderosa razón se unen otras muchas; como el placer de buscar un determinado disco en esas tiendas especializadas con olor a cartón viejo; la emoción de escuchar ese ruido a fritura en los álbumes más gastados por el uso y, una de las más importantes… su calidad de sonido, muchísimo más pura que la que puede llegar a ofrecernos cualquier otro soporte en la era digital.

En varias ocasiones he demostrado a los amigos más escépticos la diferencia que existe entre un disco de vinilo y su correspondiente edición original en CD, tal y como ha sido masterizada y comercializada posteriormente para los actuales reproductores digitales. En la prueba, siempre pongo en práctica el mismo experimento. A través de un buen equipo, les pido escuchar atentamente un pequeño fragmento seleccionado de ambas ediciones para que puedan confesarme, con toda sinceridad, cuál creen que suena mejor. Lo curioso es que siempre eligen, sin saberlo, el sonido analógico del disco de vinilo. «Tiene los bajos más profundos», dicen. «Suena más puro, más real». Y atención, porque se trata siempre de una determinada canción comercializada en Compact-Disc a partir del mismo master utilizado en la fabricación del vinilo.

Desde hace tiempo, entre los técnicos de sonido se habla de la denominada «carrera» o «guerra» del volumen que lamentablemente sigue afectando a la música digital. Se intenta que suene más alto, pero lo cierto es que con esta medida se aplasta salvajemente el rango dinámico, afectando de forma directa a la claridad y pureza del sonido. Los ingenieros encargados del mastering ponen como excusa la movilidad de la música actual y piensan que un disco deberá competir con el ruido ambiental al ser escuchado, en la mayoría de los casos, a través de un reproductor de mp3 portátil y en plena calle. Por este motivo, aplican la correspondiente subida en el volumen en la mezcla final perdiendo por el contrario en la dinámica. El más claro ejemplo lo encontramos en el siguiente vídeo, una interesante comparativa con la canción «Wasted years» de Iron Maiden en sus dos ediciones grabadas en CD y LP de vinilo.

Pero lo más importante de todo es que el disco gramofónico jamás ha muerto ni desaparecerá del mercado. Al contrario. Aún sigue estando muy presente y despierta pasiones entre los melómanos más exigentes. Los coleccionistas nos agolpamos en las tiendas especializadas y ferias temáticas que se organizan regularmente en distintos puntos del mundo con la ilusión de encontrar siempre alguna joya que pase a formar parte de nuestra discoteca particular. Las nuevas generaciones disfrutan desempolvando los viejos discos de sus padres y descubren así otro tipo de sonido alternativo al mp3. Y, mientras tanto, otros muchos aprovechan cualquier oferta en mercadillos de segunda mano para conseguir a precio de ganga algún que otro desgastado álbum que se encargue de dar uso al viejo tocadiscos que conservan con cariño en el salón de casa. Sea como sea, lo mejor es que sigue entre nosotros y recupera poco a poco el glorioso lugar que ocupó hace años en las tiendas de música.

Ahí está, ganando adeptos, despertando pasiones y emocionándonos en cada giro, con cada vibración de la aguja recorriendo el microsurco, con sus entrañables chasquidos de fondo y esos molestos rayones con salto incluido que tantos quebraderos de cabeza nos han ocasionado en nuestros discos favoritos. Y es que, indudablemente, con sus virtudes y defectos, sigue siendo el rey.

Por eso, os invito a buscar la joya más preciada de vuestra colección, a observar sin prisa cada uno de los detalles de su portada antes de sacarlo lentamente de la carpeta y colocarlo con delicadeza sobre el tocadiscos, a colocar la aguja sobre su superficie esperando escuchar el «click» que indique el perfecto ensamblaje en el interior del surco. Y por último… que empiece a sonar la música… que vuelvan a vuestra mente los mejores recuerdos para disfrutar con los cinco sentidos de uno de esos pequeños placeres que nos ofrece la vida. Seguro que al alcanzar ese punto, no podréis evitar cerrar los ojos, empezar a imaginar y desear con todas vuestras fuerzas una larguísima y espléndida vida al entrañable y siempre querido disco de vinilo.

Interesantísimo documental que detalla todo el proceso de fabricación de un disco de vinilo. 

JULIO JESÚS TÉBAR


14 Comments

  1. Mis mejores recuerdos están hechos de vinilo. Excelente artículo, Julio. Un abrazo.

  2. Un post de referencia, junto con el anterior del cassette, para que las nuevas generaciones comprendan nuestra emoción al escuchar música analógica. Lo bueno siempre se mantiene, y por eso creo que el vinilo nunca llegará a desaparecer del todo. Saludos.

  3. Sencillamente, me ha encantado el artículo. Yo también colecciono discos y entiendo tu pasión hacia el vinilo porque la comparto. Si buscas alguno en concreto, dímelo porque quizá te lo pueda conseguir. Te paso mi email por privado. Un saludo desde Madrid. Y como bien dices… ¡larga vida al vinilo!

  4. Mi hermano tiene muchos discos en casa pero nunca he puesto ninguno. Siempre está hablando de su colección y parece que es intocable. No sea que se los vayamos a rayar. jejejeje. Un besazo, Julio. Mañana te escucho en la radio. Muakssss!

  5. Hace tiempo que escucho tu programa y leo cada cosa que publicas en tu blog. Me gustó mucho el artículo de los cassettes y ahora este sobre los discos de vinilo. Yo evitaba que la aguja saltase en los discos rayados poniendo una peseta encima de la cápsula y también veía hacerlo a mucha gente. Me acuerdo mucho de aquellos años. Fue una buena época. Todavía conservo algunos vinilos y mi viejo tocadiscos Sony.

  6. Yo me he quedado sin muchos discos por irlos prestando a los amigos que me los pedían para escucharlos en sus casas. Es triste, pero ya nunca volvieron a mí.

  7. Es verdad. Nada mejor que el placer de sacar un disco de su funda y ponerlo en el tocadiscos. Coincido contigo y lo que cuentas en este gran artículo. Un beso desde Granada.

  8. Mi viejo tocadiscos pasó hace poco a mejor vida y compre uno de esos que convierten los discos directamente a mp3 por USB. Os lo recomiendo si necesitáis hacer copias de seguridad. Es más rápido que conectar el plato a un ordenador. Y por supuesto, yo también pienso que no hay nada como el vinilo.

  9. Dedicaré el fin de semana a desempolvar mis viejos vinilos. Hace tiempo que no los escucho y después de leer tu artículo me apetece. Un saludo desde León. Escucho tu programa siempre que puedo y disfruto mucho, sobre todo con la música de esos discos de los años 80.

  10. Muy completo. Muy buena la explicación técnica y sobre todo los momentos que me has hecho recordar. Enhorabuena por el blog, crack.

  11. Que artículo más bonito y entrañable, mis primeros discos fueron bandas sonoras de Disney, la sirenita, Aladdin, la bella y la bestia y algunos como Xuxa, grease y la onda vaselina. Me vienen muchos recuerdos!! Ahora estoy grabando un disco y me encantaría sacarlo en vinilo para disfrutar mi música y hacer que otros la disfruten como yo lo hice cuando descubrí la música.

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